Todos los
amantes del cine cubano lamentamos el fallecimiento de Daniel Díaz Torres, quien
murió en la madrugada del 16 de septiembre de 2013. Director de filmes
antológicos de la cinematografía cubana como Alicia en el pueblo de Maravillas
(1991) y la recientemente estrenada La película de Ana (2012).
Díaz
Torres nació el 31 de diciembre de 1948. Inició su labor como documentalista en
1975 y poco después realiza casi un centenar de ediciones del Noticiero ICAIC
Latinoamericano entre 1977 y 1981. Su debut como realizador de largometrajes
tiene lugar en 1984 con el filme Jíbaro. Salta a la notoriedad
internacional con la sátira y polémica Alicia en el pueblo de Maravillas (1991).
El crítico
de cine Juan Antonio García Borrero comentó este lunes en su blog Cine
cubano, la pupila Insomne (http://cinecubanolapupilainsomne.wordpress.com):
“Para mí se ha ido de este mundo uno de los cubanos que más pasión ponía a la hora de rodar, pero también a la hora de hablar sobre sus proyectos, y en sentido general, sobre el cine y la vida”. “Imposible no quedar marcado por su verbo dinámico, por su voz resonante, cuando nos enfrascábamos en cualquier tipo de conversación. Ahora mismo estoy sencillamente anonadado con la noticia. No encuentro palabras lúcidas capaces de expresar lo que siento. Llegue a su familia todo mi apoyo espiritual”.
“Para mí se ha ido de este mundo uno de los cubanos que más pasión ponía a la hora de rodar, pero también a la hora de hablar sobre sus proyectos, y en sentido general, sobre el cine y la vida”. “Imposible no quedar marcado por su verbo dinámico, por su voz resonante, cuando nos enfrascábamos en cualquier tipo de conversación. Ahora mismo estoy sencillamente anonadado con la noticia. No encuentro palabras lúcidas capaces de expresar lo que siento. Llegue a su familia todo mi apoyo espiritual”.
Díaz Torres
se graduó en 1970 de Ciencias Políticas, en la Universidad de La Habana.
Comenzó a trabajar en el Centro de Información Cinematográfica del ICAIC, en
1968, como crítico de cine para periódicos y revistas nacionales, entre ellas
la revista Cine Cubano. Participó en la Dirección de Seminarios sobre
Cine en la Universidad de La Habana e impartió talleres cinematográficos en
distintos países.
En 1975,
realizó su primer documental como director: Libertad para Luis Corvalán.
Desde ese año, y hasta 1981, ocupó el cargo de Subdirector del Noticiero
ICAIC Latinoamericano. En ese periodo realizó 90 emisiones del espacio
semanal que dirigía Santiago Álvarez.
Como
asistente de dirección trabajó bajo las órdenes de Manuel Octavio Gómez (Los
días del agua, 1971); Oscar Valdés (Muerte y vida en el Morrillo,
1971); Manuel Pérez Paredes (El Hombre de Maisinicú, 1973); Sara Gómez (De
cierta manera, 1974); Enrique Pineda Barnet (Mella, 1975); y Rogelio
París (La Batalla de Jigüe, 1976).
Su debut
como realizador de largometrajes tiene lugar en 1984 con el filme Jíbaro;
su
siguiente obra de ficción fue "Otra mujer" (1986), una comedia
"retro" con guión del cineasta Jesús Díaz y fotografía de Raúl Pérez
Uretra, quien lo acompañó en varias de sus más conocidas películas.
Sin embargo, alcanza su madurez
como realizador con la polémica comedia de humor negro Alicia en el
pueblo de Maravillas. Una cinta controvertida que pocas veces ha sido exhibida en la
isla. Completan su
filmografía: Otra mujer (1986), Quiéreme y verás (1994), Kleines
Tropicana (1997), Hacerse el sueco (2000), Camino al Edén (2006, Lisanka (2009),
y La película de Ana (2012).
Su
debut como realizador de largometrajes se produjo con la cinta Jíbaro (1982), Su último filme, estrenado en el
XXXIV Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (FINCL), fue la
gran ganadora del certamen, al alzarse con los Premios Corales de Guión
–Eduardo del Llano y Daniel Díaz Torres– y Actuación Femenina –Laura de la Uz–;
además del Premio de Distribución de Amazonia Films.
Parece ser
la película donde mejor cuajaron las características de su cine, donde la
comedia, la ironía y el humor fueron constantes junto a la representación de la realidad cubana y a la preocupación por el sometido a sus circunstancias. Al respecto explicaba: “Me cuesta motivarme con tramas sólo concebibles dentro de lo patético y lo trágico,
sin esa posibilidad distanciadora y que tanto hace participar la actitud
inteligente y redentora del humor, que para mí es cualidad esencial de la
inteligencia y que nunca identifico con la burla, el chiste fácil y la
superficialidad vodevilesca o vulgaridades seudoinfantiloides. Evitar todo esto
en una obra que pretenda un rigor y una dimensión artística en los amplísimos
márgenes del género comedia es más difícil de lo que parece. Y por eso para mí
vale la pena asumir ese reto”.
La presencia
de protagónicos femininos es otra constante en sus títulos. Sobre este apartado
comentó: “los personajes femeninos se ven confrontados de manera más dramática
y compleja ante conflictos que en apariencia resolvería con menos obstáculos emocionales
y físicos un protagonista masculino. Todos los prejuicios de ‘fragilidad’ y
supuesta ‘mayor debilidad’ de la mujer pesan inconscientemente en concepciones
más o menos acendradas del imaginario popular colectivo. Y por eso la mayoría
de mis películas tienden a tener personajes femeninos”.
Así lo
recordamos hoy y siempre, lleno de arte y de futuro; con su voz potente y gesticulación continua: “Curiosamente, la próxima
película que tengo en mente, Los buenos demonios, no será así. Lo que
quiere decir que no trato de encasillarme a priori en este asunto. Las
historias lo motivan a uno por diferentes causas y en mi caso casi siempre
serán historias donde de alguna forma esté presente al menos un sesgo irónico,
aunque pueda ser duro y amargo, como en el que espero sea mi siguiente filme”.
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